Unos ensayos británicos sugieren que la diferencia de rendimiento entre sexos obedece a los mensajes que reciben
EMILIO DE BENITO Madrid 12 FEB 2013 - 16:10 CET
Los niños (en genérico) tienden a adaptarse a lo que oyen. Y, en concreto, los chicos (varones) tienen asumido lo que se dice de ellos: que son más torpes que las niñas. Una serie de ensayos realizados en Reino Unido, y publicados en la revista Child development, pone de manifiesto que el mensaje cala en los críos desde pequeños, y que condiciona sus resultados escolares.
En uno de los trabajos realizados por Bonny Hartley, de la Universidad de Kent, los investigadores preguntaron a 238 niños y niñas de entre 4 y 10 años quién creía que era el protagonista de una historia. Para ello, usaban una formulación neutra, the child, que sirve tanto para críos como para crías. Las historias eran del tipo “the child quiere aprovechar las clases” o “the child no saca buenas notas”, y luego se les pedía que identificaran si las protagonizaba un niño o una niña. El resultado era que lo masculino se asociaba a lo negativo, y lo femenino a lo positivo.
Para saber por qué sucedía esto se hicieron dos otros dos experimentos. En uno, con 162 niños y niñas, se los dividió en dos grupos y se les pusieron unas pruebas. A uno de ellos se les dijo que los chicos lo iban a hacer peor que las chicas. Y lo hicieron no solo peor que sus compañeras, sino peor que los chicos del otro grupo, a los que no se les había dicho nada. De alguna manera, su rendimiento mostraba que habían interiorizado el mensaje.
En el tercero de los ensayos se cogió otro grupo de 184 niños y niñas, se los dividió en dos y a unos se les dijo que se esperaba que el resultado fuera igual para ambos sexos. No fue exactamente así, pero los chicos mejoraron respecto al grupo de control.
La conclusión apunta a que los pequeños, de alguna manera, adaptan su comportamiento a lo que se espera de ellos. Y confirma otros estudios que indican que esta es la causa, por ejemplo, de que los niños se orienten más hacia carreras de ciencias y las niñas a las de letras.
También ofrece enseñanzas para el debate de la educación segregada. “En muchos países, los niños van por detrás de las niñas en el colegio”, ha dicho Hartley. “Estos estudios sugieren que los estereotipos académicos negativos referentes a los niños se adquieren en los primeros años de la educación infantil y tienen como consecuencia su autocumplimiento. También sugieren que es posible mejorar el rendimiento de los varones y así cerrar la grieta entre sexos mediante mensajes igualitarios y superando la idea de hacer clases diferenciadas”.
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